domingo, 30 de enero de 2022

Los grupos Mulegé y Comondú

Realimentación por parte del facilitador y metacognicion del grupo:

El grupo Mulegé fue disciplinado, cumplido y muy participativo. 

Los docentes hicieron un gran esfuerzo para poder llegar a la sede desde distintas localidades, por lo cual el objetivo fue que valiera la pena el desarrollo de los contenidos.

Con una vista fenomenal e inspiradora en el Instituto Tecnológico de Mulegé, fuimos desarrollando las actividades a un gran ritmo, con la atención de todos los docentes. Son profesionales creativos, inteligentes y conocedores de la educación, se vio reflejado en el panel de expertos con mucha contundencia.

Vista paradisíaca desde el Instituto Tecnológico de Mulegé.

Mulegé es un municipio, lleno de fascinantes historias. Se encuentran dentro del mismo, um Mulegé histórico con su faro que desafía en la historia una invasión americana, que fue derrotada antes de su desembarco por cientos de "espanta pájaros", cascos brillantes que ante la llegada de un barco simularon tropas mexicanas que no permitirían la toma de posesión del territorio.

En Santa Rosalía, además de un riquísimo pan, encontramos un túnel en el tiempo, para acudir a un espacio minero, donde se obtenía principalmente Cobre, casas hechas de metal, donde un característico templo anuncia haber sido hecho por el mismísimo diseñador de la Torre Eiffel.

En el camino de Santa Rosalía a Mulegé, la icónica isla de San Marcos, enorme a la vista por carretera, ofrece múltiples historias creadas en la mente, cuando nos ponemos a imaginar ¿Cómo será la vida en un lugar separado textualmente de la tierra y rodeado por una agua azul de ensueño?

La playa Santispac aún espera a quien encuentre el tesoro enterrado por el pirata del que tomó el nombre y de quien derivó su nombre. El verdadero tesoro lo han encontrado americanos y canadienses al establecerse ahí, aunque irónicamente en lo alto, una casa ondear la bandera nacional. ¡Estos espacios son verdaderamente un paraíso!

Volviendo al curso, los indicadores, taxonomía e instrumentos de evaluación resultaron un reto que abordamos de manera rápida pero donde el entendimiento fue suficiente para establecer una base mínima con el compromiso de reforzarlo mediante la práctica.


Los ejercicios fueron atendidos y entendidos haciendo gala de inteligencia por parte de los docentes. El cierre se desarrolló con fluidez mediante una metacognición que dejó muchas reflexiones pero aún muchos más retos. El video final nos recordó la razón de ser de nuestros esfuerzos: los estudiantes.

El grupo Mulegé construyó una comunidad de aprendizaje con mucho empuje. 


Por otra parte, el Tecnológico de Constitución, dio la bienvenida al grupo Comondú, una ciudad en crecimiento donde se respira tranquilidad. 


En un día que marcó su inicio con la frase "decíamos ayer..." de Fray Luis de León, que no pude evitar al verme en un aula de clases con pintarrón y un plumón negro, arrancamos la sesión, tratando de vencer ese pequeño escalón difícil de las 2 a las 3 de la tarde, lo hicimos con ejercicios en el aula.


Conforme los temas iban avanzando, noté una reflexión profunda en varios de los asistentes: la necesidad de una educación relevante y pertinente, capaz de unir la realidad con la teoría vista en las aulas.


Cuando un conjunto importante de contenidos se amontonaban, era entonces el momento de hacer un corte y salíamos a la parte baja del edificio donde nos encontrábamos, ahí hicimos el "todos a bordo", donde las compañeras dieron cuenta de los maestros, al lograr ponerse de acuerdo y subirse en el barco imaginario. 

En los contenidos, fue realmente interesante la práctica de los indicadores, donde se obtuvieron muy buenos ejemplos. 

Cerramos con palabras sumamente nobles e inspiradas, que nos hablaron de esa posibilidad de seguir mejorando.

El grupo Comomdú fue alegre, armonioso y lleno de inteligencias. 


martes, 18 de enero de 2022

¿Me dirás entonces quién tiene la verdad?

Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga

Una grata novela, la cual me ha capturado, pues he leído ya las primeras 250 páginas, El nombre de la Rosa, de Umberto Eco.

Su inicio es el de una historia original, llena de suspenso, drama e intriga, para poder verla de manera clara, tiene una pequeña cuesta inicial que hay que subir con paciencia. Historias medievales, de abadía, congregaciones religiosas, luchas por el poder, ambiciones humanas, mucho ingenio, el conocimiento como eje central, una biblioteca con múltiples secretos y por supuesto, algunos asesinatos. Desde aquí parece un drama policíaco al puro estilo de Sherlock Holmes.

Imagen ilustrativa. Cartuja de Miraflores, en Burgos, España. 


En la actualidad se dice que las novelas o series exitosas con el público deben tener humor, sexo y sangre. Ésta lo cumple, sin caer en excesos. Hay un humor inteligente y perspicaz, el sexo está presente lo mismo en el pensamiento idílico-febril de algunos personajes y sus actos; finalmente, la sangre forma parte de los misteriosos asesinatos que se desarrollan durante la obra.

Pero la trama se llena de encanto, las múltiples expresiones en latín, que no son traducidas durante la obra, presentan un gracioso efecto donde al estar escritas en caracteres de nuestro alfabeto, podemos leerlas pero en muchas ocasiones, desconocemos el significado, mientras lo hacemos debemos tener la confianza de no estar invocando a algún demonio, pues si supiéramos hacerlo ya lo habríamos conseguido con el inglés que también a veces masticamos. 
 
El idioma se vuelve pues, otro aspecto fundamental de la obra, que nos envuelve en una atmósfera humanista pero que al mismo tiempo nos da la idea de que quienes hablan son personajes cultos, pues recordemos que hasta todavía bien entrado el siglo pasado, una característica de una educación de altura era tener una formación clásica, con latín y griego principalmente. El idioma diferencia dentro de la obra a las clases sociales, en este caso el vulgo es usado por lo que en la obra denominan "los simples".

Los capítulos están enmarcados en su gran mayoría en el tiempo, -recuerdo en este momento a Borges recitando "luna espejo del tiempo"- dando a este aspecto un protagonismo fundamental en la obra, que nos conecta con el orden, lo cíclico, lo repetitivo pero a la vez con las diferencias, las variables y las sorpresas posibles en la rutina. 

Como inmersión en las costumbres de una Abadía italiana de los siglos XIII y XIV es habitual escuchar hablar del tiempo dividido en periodos sagrados: maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas, completas... El tiempo está pues ahí a cada instante, mezclado con laberintos, hablándonos probablemente de la vida misma, de una realización que podría estar en la salida del mismo, que filosóficamente podríamos interpretar como el encontrarle un sentido al tiempo, a la vida.

Dicho recinto religioso, con su scriptorium y su biblioteca, al ser considerado uno de los receptáculos de sabiduría más importantes de su tiempo, sólo comparable a los grandes esfuerzos de los musulmanes, es otro elemento de atención ofrecido por Umberto Eco. Asomo a su naturaleza de intelectual, se muestran elegantes incursiones a la lectura en fragmentos tales como:
¿Qué importa de qué libros se habló? -Importa mucho, porque estamos tratando de comprender algo que ha sucedido entre hombres que viven entre los libros, con los libros, de los libros y, por tanto, también es importante lo que dicen de los libros.
Durante la obra, lo mismo aparecen las reflexiones sobre la Biblioteca de Alejandría -de donde por cierto, recomiendo el video de Carl Sagan-, los grandes aportes al conocimiento de los árabes, los turcos, por supuesto de los griegos y los egipcios.

Voltear a ver esta parte de nuestra evolución es reconocer que el conocimiento tiene múltiples vertientes, que su construcción por milenios ha constituido una esperanza para la humanidad y nos da una ampliación de panorama, que poco a poco las culturas dominantes, han reducido a lo largo de la historia, porque finalmente los vencedores suelen acreditarse los logros de las comunidades, como si el pasado no hubiese existido o como si el conjunto de inteligencias no hubiese aportado a la suma de los avances. 
Tres dedos sostienen la pluma, pero el que trabaja es todo el cuerpo.
La obra pone de manifiesto múltiples aportes culturales, en las matemáticas en general; el magnetismo y la brújula, teorías de la óptica y los espejos, en particular, y lo hace no desde solamente los autores famosos de alguna de la teorías principales sino desde aquellos científicos precursores, lo cual la hace, desde mi punto de vista, admirable.

Otro aspecto fundamental de la obra es que difunde excelentes principios científico-académicos: el espíritu crítico, analítico, la capacidad de síntesis y por supuesto, la duda. Desmenuza diversos contextos de aquellos tiempos para advertirnos que, ni todo lo que debería de ser es, ni todo lo que se dice que es, fue así.  Veamos cómo se condensa lo anterior en una frase como ésta:
Y él me contestó que quería dejarse fascinar por las cosas que le gustaban y no por las que le aconsejaban otros.
En este mismo espíritu de ideas, se habla desde la crítica de un ex-inquisidor, de las insuficiencias de los juicios de aquella época, del cómo muchas veces se quemaba no a brujos o a herejes sino a enemigos políticos, y de formas elegantes nos argumenta que el demonio no siempre estaba en los juzgados sino muchas veces en los juzgadores. 
Nuestro oficio es duro. Duro oficio el del inquisidor; tiene que golpear a los más débiles y cuando mayor es su debilidad.
Nos muestra las relaciones políticas y de poder entremezcladas del clero y los emperadores, y como el modelo de un seguimiento a  Cristo, desde la pobreza, ponía de manifiesto en muchas ocasiones los privilegios, siendo esto seriamente señalado por múltiples grupos afectados. 
¿Qué hay que hacer con los herejes? -Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos.
Asimismo, la manipulación mediante conceptos llenos de agravio donde el infierno se convierte en un escenario crudo y real, son también señalados en el texto:
Nunca como en estos últimos años los predicadores han ofrecido al pueblo, para estimular su piedad y su terror (así como su respeto por la ley humana y divina), palabras tan truculentas, tan perturbadoras y tan macabras.
Dedica en el desarrollo una buena parte a hablar de la mística franciscana y su historia en el mundo real-ficticio en la novela.

Simbología de Cristo como unicornio en la edad media, otro de los múltiples aprendizajes de la obra.


Como parte de los aprendizajes de los libros, en especial las novelas donde podemos imaginar un mundo mejor, están esas reflexiones como la que nos lleva a pensar que si las grandes obras de ficción en materia de ciencia y tecnología, nos han hecho alcanzar importantes avances en estos campos, qué tanto obras que llegan a muchas personas con críticas en áreas humanísticas pueden también con el paso del tiempo lograrlo en aspecto sociales, es ineludible pensar en este momento en Sartre, de quien hemos de escribir luego. 
La biblioteca es testigo de la verdad y del error.
Citaríamos en este momento, para ilustrar lo anterior.
 
En la actualidad, como ejemplo de esa evolución del pensamiento, hablando de la iglesia católica hay un Papa, que si bien no es franciscano, está muy centrado en una vida sin ostentaciones, que se constituye en una actitud a seguir. También muestra con su sencillez, una esperanza y una alegría por vivir. Bien nos regala el libro una frase al respecto:
"La risa no debe ser algo malo si se convierte en un vehículo de la verdad", según Aristóteles.
La obra nos hace pues, comprensivos, y es adelantada en su tiempo comparada con lo que vemos hoy en día como una clara tendencia en el cine, donde el malo no es tan malo y tiene una historia, y el bueno no es modelo de perfección sino simplemente un humano con ciertas convicciones generalmente virtuosas, para ejemplo podemos ver las películas de Joker, Cruela, Avengers o muchas otras en cartelera.

Se cumple lo que diría el Maestro Ortega y Gasset "es el hombre y sus circunstancias", o en este caso, el aporte que nos hace el libro leído "el hombre y sus intereses" lo que define en muchas ocasiones "la verdad", en un mundo lleno de la búsqueda del poder. En ese ocultamiento de lo cierto, el autor nos define lo que es el desprestigio, cuando una persona busca erradicar la buena imagen de otra:

El Abad calumniaba y rumoraba múltiples mentiras en torno a los fraticelli, sobre un padre odiado en particular y confundía a los franciscanos mezclando la realidad con particularidades de otros casos. Hacía las más grandes acusaciones y aseveraciones.

Pues bien, en la resolución del misterio, con la guía del personaje principal, el maestro Guillermo ex-inquisidor de agudo sentido y amplios conocimientos, Adso, el novicio aprendiz, llega a un punto donde lo duda todo, lo contrasta todo y no es fácil presa de cualquier historia. Ante el argumento de alguien que gusta platicarle la "versión oficial" de las diabólicas intenciones de algún grupo protestante, hereje o disidente siempre está atento para hacer más preguntas antes que aceptar como dogma lo que se le refiere.

Con preguntas tales como -¿Pero eso de lo que se les acusa no es lo mismo que hacen ustedes, no es lo mismo que hacemos nosotros? ¿Eso que me platica realmente sucedió o escuchó que sucedió? ¿Quién lo dice, quién lo vio?-de esta forma estructura su pensamiento para no caer en engaños, y concluye 
Me pregunto si muchas de las falsas imputaciones que se les han hecho a esas personas no se basan solo en el carácter de sus ideas.
De paso busca ir hasta el conocimiento de qué es lo que motiva a las personas en sus expresiones.
Los desórdenes de la gente son dolorosos pero no incomprensibles.
Mientras el misterio oculto en el laberinto que es la biblioteca de 56 salones se resuelve, Umberto Eco clava una honda espina en nuestras conciencias, nos pregunta ¿Cómo hemos aceptado la historia vivida, qué tan justos somos al escuchar versiones y cómo mediante el conocimiento, las habilidades y los mejores valores podemos ser más humanos? De la misma manera, se deja ver una importante reflexión en materia de búsqueda de la verdad y en este caso, del cómo grupos con otros intereses, siempre estarán dispuestos a esconderla, así sea a través de secretos, venenos y misteriosas desapariciones:
 
Los simples son carne de matadero, se los utiliza cuando sirven para debilitar el poder del enemigo, y se les sacrifica cuando ya no sirven.

Imagen. Beato de Facundo, escena del apocalipsis.


"En el nombre de la rosa" de 1980, es una de esas novelas donde nos queda claro que la gran mayoría de las construcciones literarias están hechas con una mezcla de conocimientos anteriores, aderezados por la creatividad de los autores. Las extrañas muertes en la Abadía relacionadas con el Apocalipsis recuerdan en mucho parte de la trama de algunos libros de Dan Brown del 2003, como ejemplo.

Esto son alcances de una lectura, que continúa, que nos reta, que nos hace imaginar, que nos pone pensativos y por supuesto, que alcanzando pequeñas soluciones, aun en la ficción, nos da siempre el aliento de buscarlas en nuestra realidad.
¿Me direis entonces quien tiene la verdad? Preguntó el Abad.
A veces ninguna de las partes. Respondió Guillermo.


FUENTE: 
 
Umberto Eco. (1993). El nombre de la rosa. Barcelona, España.: RBA Editores.

sábado, 1 de enero de 2022

Hombres de Experiencia

 


Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga 

Heme ahí, atento, entre años de experiencia, desapego, realización y valentía.


Ahí frente a la técnica de hombres que han pasado su existencia resolviendo situaciones de la vida práctica con sus manos e inteligencia. Con el legado de las vivencias que la migración ha presentado a miles de mexicanos.

Cada doblez de alambre recocido, cada punto de soldadura, cada forma de resolver los giros con la cerca de púas, era una ventana a un conjunto de saberes que antes habían sido aplicados, que formaban parte de su experiencia y que ahora generosamente compartían en favor de un diletante. El adjetivo era excesivo a mi favor, en un criterio de evaluación, quizá no alcanzaríamos dicha categoría. Pero sí que nos daba esperanza para poder hacerlo en  un futuro.

-¡Fíjese Inge!- Por aquí y por allá, aprendizajes continuos. La posibilidad de aprender de maestros que inclusive se daban tiempo para explicar, "se le jala al alambre y después se le gira", "el jalón más bien va de aquél lado". En la mía, una mente inquieta cuyo tren de ideas tiene distintas velocidades pero que generalmente va corriendo a la siguiente estación o recordando viajes anteriores, mi atención no siempre tiene la capacidad de centrarse en el aquí y el ahora. Ejercicios de meditación y oración pueden colaborar mucho para poder conseguirlo.

Aquí, ¿Cómo va a ser? -Pues por arriba, como le estamos haciendo- la respuesta. Y efectivamente era así, en poco tiempo mi distracción y sus efectos en la memoria a corto plazo, hacían que olvidara la serie de pasos que estábamos llevando. A todos nos pasa, supongo, momentos de distracción. Pocos para los que tienen la maestría de la experiencia. Aquellos cortes de pulidora eran siempre exactos, el producto final de la tensión de malla era admirablemente recto y la confianza con la que decían alcanzar el objetivo, en medio de risas, se cumplía cabalmente.


 

Pasados los 70 años, aquellos hombres acrisolaban actitud, energía, empeño y conocimiento de forma sólida. Con leves achaques propios de las batallas contra el tiempo, se levantaban a cada instante como gigantes para dar la pelea como la primera vez pero ahora con un cúmulo de saberes propio de los que han buscado toda una vida ser productivos, salir adelante, explorar el mundo en vísperas de un mejor horizonte. Aquí no existía la flojera, y sí el aprovechamiento del tiempo.

Albañilería, soldadura, agricultura, mecánica, vida del campo, cocina, habilidades básicas como el manejo de vehículos, la toma de decisiones, la resolución de problemas en medio del contexto, todo en un solo individuo. Sencillez, buena actitud, resistencia a la frustración: se palpaba esta realidad, el que fuera de las aulas había otra escuela con conocimientos, habilidades y actitudes.

No había  duda de que la posibilidad de aprender y ejecutar lo aprendido, nos acompañaba desde nuestro nacimiento hasta el último suspiro, siempre y cuando estuviésemos sintonizados de manera correcta. ¡Preguntando lo que no sabíamos! ¡Atentos con la vista de águila! Usando la inteligencia para hacer los cálculos necesarios y ¡Actuando! -Hay que pensar y actuar, me decían-.
A cada momento surgía la magna invitación a liberar el potencial, a no ser un vagón de municiones sino un rifle.

-De observar también se aprende- Y se aprendían muchas cosas, no sólo la técnica, sino la confianza en uno mismo, en sus ideas y proyectos, de la misma manera la solidaridad. En el campo, en esta circunstancia en particular todavía se palpaba la ayuda entre compañeros. Una familia que ayudaba y colaboraba, personas externas a la misma que formaban grupo con el paso de los tiempos para que en momentos donde se les requería, hicieran eco las sabias palabras de Juan José Arreola "los amigos son aquella familia que has elegido".

Por lo pronto, esa fue la experiencia de aprender, de trabajar junto a esos grandes hombres,  que aunque seres humanos también, con yerros, excesos y pasiones, cuentan con una realidad que nos fortalece, su fruto ya se encuentra en las estructuras que nos recordarán que fueron gente de experiencia, valentía y trabajo.