martes, 18 de enero de 2022

¿Me dirás entonces quién tiene la verdad?

Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga

Una grata novela, la cual me ha capturado, pues he leído ya las primeras 250 páginas, El nombre de la Rosa, de Umberto Eco.

Su inicio es el de una historia original, llena de suspenso, drama e intriga, para poder verla de manera clara, tiene una pequeña cuesta inicial que hay que subir con paciencia. Historias medievales, de abadía, congregaciones religiosas, luchas por el poder, ambiciones humanas, mucho ingenio, el conocimiento como eje central, una biblioteca con múltiples secretos y por supuesto, algunos asesinatos. Desde aquí parece un drama policíaco al puro estilo de Sherlock Holmes.

Imagen ilustrativa. Cartuja de Miraflores, en Burgos, España. 


En la actualidad se dice que las novelas o series exitosas con el público deben tener humor, sexo y sangre. Ésta lo cumple, sin caer en excesos. Hay un humor inteligente y perspicaz, el sexo está presente lo mismo en el pensamiento idílico-febril de algunos personajes y sus actos; finalmente, la sangre forma parte de los misteriosos asesinatos que se desarrollan durante la obra.

Pero la trama se llena de encanto, las múltiples expresiones en latín, que no son traducidas durante la obra, presentan un gracioso efecto donde al estar escritas en caracteres de nuestro alfabeto, podemos leerlas pero en muchas ocasiones, desconocemos el significado, mientras lo hacemos debemos tener la confianza de no estar invocando a algún demonio, pues si supiéramos hacerlo ya lo habríamos conseguido con el inglés que también a veces masticamos. 
 
El idioma se vuelve pues, otro aspecto fundamental de la obra, que nos envuelve en una atmósfera humanista pero que al mismo tiempo nos da la idea de que quienes hablan son personajes cultos, pues recordemos que hasta todavía bien entrado el siglo pasado, una característica de una educación de altura era tener una formación clásica, con latín y griego principalmente. El idioma diferencia dentro de la obra a las clases sociales, en este caso el vulgo es usado por lo que en la obra denominan "los simples".

Los capítulos están enmarcados en su gran mayoría en el tiempo, -recuerdo en este momento a Borges recitando "luna espejo del tiempo"- dando a este aspecto un protagonismo fundamental en la obra, que nos conecta con el orden, lo cíclico, lo repetitivo pero a la vez con las diferencias, las variables y las sorpresas posibles en la rutina. 

Como inmersión en las costumbres de una Abadía italiana de los siglos XIII y XIV es habitual escuchar hablar del tiempo dividido en periodos sagrados: maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas, completas... El tiempo está pues ahí a cada instante, mezclado con laberintos, hablándonos probablemente de la vida misma, de una realización que podría estar en la salida del mismo, que filosóficamente podríamos interpretar como el encontrarle un sentido al tiempo, a la vida.

Dicho recinto religioso, con su scriptorium y su biblioteca, al ser considerado uno de los receptáculos de sabiduría más importantes de su tiempo, sólo comparable a los grandes esfuerzos de los musulmanes, es otro elemento de atención ofrecido por Umberto Eco. Asomo a su naturaleza de intelectual, se muestran elegantes incursiones a la lectura en fragmentos tales como:
¿Qué importa de qué libros se habló? -Importa mucho, porque estamos tratando de comprender algo que ha sucedido entre hombres que viven entre los libros, con los libros, de los libros y, por tanto, también es importante lo que dicen de los libros.
Durante la obra, lo mismo aparecen las reflexiones sobre la Biblioteca de Alejandría -de donde por cierto, recomiendo el video de Carl Sagan-, los grandes aportes al conocimiento de los árabes, los turcos, por supuesto de los griegos y los egipcios.

Voltear a ver esta parte de nuestra evolución es reconocer que el conocimiento tiene múltiples vertientes, que su construcción por milenios ha constituido una esperanza para la humanidad y nos da una ampliación de panorama, que poco a poco las culturas dominantes, han reducido a lo largo de la historia, porque finalmente los vencedores suelen acreditarse los logros de las comunidades, como si el pasado no hubiese existido o como si el conjunto de inteligencias no hubiese aportado a la suma de los avances. 
Tres dedos sostienen la pluma, pero el que trabaja es todo el cuerpo.
La obra pone de manifiesto múltiples aportes culturales, en las matemáticas en general; el magnetismo y la brújula, teorías de la óptica y los espejos, en particular, y lo hace no desde solamente los autores famosos de alguna de la teorías principales sino desde aquellos científicos precursores, lo cual la hace, desde mi punto de vista, admirable.

Otro aspecto fundamental de la obra es que difunde excelentes principios científico-académicos: el espíritu crítico, analítico, la capacidad de síntesis y por supuesto, la duda. Desmenuza diversos contextos de aquellos tiempos para advertirnos que, ni todo lo que debería de ser es, ni todo lo que se dice que es, fue así.  Veamos cómo se condensa lo anterior en una frase como ésta:
Y él me contestó que quería dejarse fascinar por las cosas que le gustaban y no por las que le aconsejaban otros.
En este mismo espíritu de ideas, se habla desde la crítica de un ex-inquisidor, de las insuficiencias de los juicios de aquella época, del cómo muchas veces se quemaba no a brujos o a herejes sino a enemigos políticos, y de formas elegantes nos argumenta que el demonio no siempre estaba en los juzgados sino muchas veces en los juzgadores. 
Nuestro oficio es duro. Duro oficio el del inquisidor; tiene que golpear a los más débiles y cuando mayor es su debilidad.
Nos muestra las relaciones políticas y de poder entremezcladas del clero y los emperadores, y como el modelo de un seguimiento a  Cristo, desde la pobreza, ponía de manifiesto en muchas ocasiones los privilegios, siendo esto seriamente señalado por múltiples grupos afectados. 
¿Qué hay que hacer con los herejes? -Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos.
Asimismo, la manipulación mediante conceptos llenos de agravio donde el infierno se convierte en un escenario crudo y real, son también señalados en el texto:
Nunca como en estos últimos años los predicadores han ofrecido al pueblo, para estimular su piedad y su terror (así como su respeto por la ley humana y divina), palabras tan truculentas, tan perturbadoras y tan macabras.
Dedica en el desarrollo una buena parte a hablar de la mística franciscana y su historia en el mundo real-ficticio en la novela.

Simbología de Cristo como unicornio en la edad media, otro de los múltiples aprendizajes de la obra.


Como parte de los aprendizajes de los libros, en especial las novelas donde podemos imaginar un mundo mejor, están esas reflexiones como la que nos lleva a pensar que si las grandes obras de ficción en materia de ciencia y tecnología, nos han hecho alcanzar importantes avances en estos campos, qué tanto obras que llegan a muchas personas con críticas en áreas humanísticas pueden también con el paso del tiempo lograrlo en aspecto sociales, es ineludible pensar en este momento en Sartre, de quien hemos de escribir luego. 
La biblioteca es testigo de la verdad y del error.
Citaríamos en este momento, para ilustrar lo anterior.
 
En la actualidad, como ejemplo de esa evolución del pensamiento, hablando de la iglesia católica hay un Papa, que si bien no es franciscano, está muy centrado en una vida sin ostentaciones, que se constituye en una actitud a seguir. También muestra con su sencillez, una esperanza y una alegría por vivir. Bien nos regala el libro una frase al respecto:
"La risa no debe ser algo malo si se convierte en un vehículo de la verdad", según Aristóteles.
La obra nos hace pues, comprensivos, y es adelantada en su tiempo comparada con lo que vemos hoy en día como una clara tendencia en el cine, donde el malo no es tan malo y tiene una historia, y el bueno no es modelo de perfección sino simplemente un humano con ciertas convicciones generalmente virtuosas, para ejemplo podemos ver las películas de Joker, Cruela, Avengers o muchas otras en cartelera.

Se cumple lo que diría el Maestro Ortega y Gasset "es el hombre y sus circunstancias", o en este caso, el aporte que nos hace el libro leído "el hombre y sus intereses" lo que define en muchas ocasiones "la verdad", en un mundo lleno de la búsqueda del poder. En ese ocultamiento de lo cierto, el autor nos define lo que es el desprestigio, cuando una persona busca erradicar la buena imagen de otra:

El Abad calumniaba y rumoraba múltiples mentiras en torno a los fraticelli, sobre un padre odiado en particular y confundía a los franciscanos mezclando la realidad con particularidades de otros casos. Hacía las más grandes acusaciones y aseveraciones.

Pues bien, en la resolución del misterio, con la guía del personaje principal, el maestro Guillermo ex-inquisidor de agudo sentido y amplios conocimientos, Adso, el novicio aprendiz, llega a un punto donde lo duda todo, lo contrasta todo y no es fácil presa de cualquier historia. Ante el argumento de alguien que gusta platicarle la "versión oficial" de las diabólicas intenciones de algún grupo protestante, hereje o disidente siempre está atento para hacer más preguntas antes que aceptar como dogma lo que se le refiere.

Con preguntas tales como -¿Pero eso de lo que se les acusa no es lo mismo que hacen ustedes, no es lo mismo que hacemos nosotros? ¿Eso que me platica realmente sucedió o escuchó que sucedió? ¿Quién lo dice, quién lo vio?-de esta forma estructura su pensamiento para no caer en engaños, y concluye 
Me pregunto si muchas de las falsas imputaciones que se les han hecho a esas personas no se basan solo en el carácter de sus ideas.
De paso busca ir hasta el conocimiento de qué es lo que motiva a las personas en sus expresiones.
Los desórdenes de la gente son dolorosos pero no incomprensibles.
Mientras el misterio oculto en el laberinto que es la biblioteca de 56 salones se resuelve, Umberto Eco clava una honda espina en nuestras conciencias, nos pregunta ¿Cómo hemos aceptado la historia vivida, qué tan justos somos al escuchar versiones y cómo mediante el conocimiento, las habilidades y los mejores valores podemos ser más humanos? De la misma manera, se deja ver una importante reflexión en materia de búsqueda de la verdad y en este caso, del cómo grupos con otros intereses, siempre estarán dispuestos a esconderla, así sea a través de secretos, venenos y misteriosas desapariciones:
 
Los simples son carne de matadero, se los utiliza cuando sirven para debilitar el poder del enemigo, y se les sacrifica cuando ya no sirven.

Imagen. Beato de Facundo, escena del apocalipsis.


"En el nombre de la rosa" de 1980, es una de esas novelas donde nos queda claro que la gran mayoría de las construcciones literarias están hechas con una mezcla de conocimientos anteriores, aderezados por la creatividad de los autores. Las extrañas muertes en la Abadía relacionadas con el Apocalipsis recuerdan en mucho parte de la trama de algunos libros de Dan Brown del 2003, como ejemplo.

Esto son alcances de una lectura, que continúa, que nos reta, que nos hace imaginar, que nos pone pensativos y por supuesto, que alcanzando pequeñas soluciones, aun en la ficción, nos da siempre el aliento de buscarlas en nuestra realidad.
¿Me direis entonces quien tiene la verdad? Preguntó el Abad.
A veces ninguna de las partes. Respondió Guillermo.


FUENTE: 
 
Umberto Eco. (1993). El nombre de la rosa. Barcelona, España.: RBA Editores.

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