Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga
Heme ahí, atento, entre años de experiencia, desapego, realización y valentía.
Ahí frente a la técnica de hombres que han pasado su existencia resolviendo situaciones de la vida práctica con sus manos e inteligencia. Con el legado de las vivencias que la migración ha presentado a miles de mexicanos.
Cada doblez de alambre recocido, cada punto de soldadura, cada forma de resolver los giros con la cerca de púas, era una ventana a un conjunto de saberes que antes habían sido aplicados, que formaban parte de su experiencia y que ahora generosamente compartían en favor de un diletante. El adjetivo era excesivo a mi favor, en un criterio de evaluación, quizá no alcanzaríamos dicha categoría. Pero sí que nos daba esperanza para poder hacerlo en un futuro.
-¡Fíjese Inge!- Por aquí y por allá, aprendizajes continuos. La posibilidad de aprender de maestros que inclusive se daban tiempo para explicar, "se le jala al alambre y después se le gira", "el jalón más bien va de aquél lado". En la mía, una mente inquieta cuyo tren de ideas tiene distintas velocidades pero que generalmente va corriendo a la siguiente estación o recordando viajes anteriores, mi atención no siempre tiene la capacidad de centrarse en el aquí y el ahora. Ejercicios de meditación y oración pueden colaborar mucho para poder conseguirlo.
Aquí, ¿Cómo va a ser? -Pues por arriba, como le estamos haciendo- la respuesta. Y efectivamente era así, en poco tiempo mi distracción y sus efectos en la memoria a corto plazo, hacían que olvidara la serie de pasos que estábamos llevando. A todos nos pasa, supongo, momentos de distracción. Pocos para los que tienen la maestría de la experiencia. Aquellos cortes de pulidora eran siempre exactos, el producto final de la tensión de malla era admirablemente recto y la confianza con la que decían alcanzar el objetivo, en medio de risas, se cumplía cabalmente.
Pasados los 70 años, aquellos hombres acrisolaban actitud, energía, empeño y conocimiento de forma sólida. Con leves achaques propios de las batallas contra el tiempo, se levantaban a cada instante como gigantes para dar la pelea como la primera vez pero ahora con un cúmulo de saberes propio de los que han buscado toda una vida ser productivos, salir adelante, explorar el mundo en vísperas de un mejor horizonte. Aquí no existía la flojera, y sí el aprovechamiento del tiempo.
Albañilería, soldadura, agricultura, mecánica, vida del campo, cocina, habilidades básicas como el manejo de vehículos, la toma de decisiones, la resolución de problemas en medio del contexto, todo en un solo individuo. Sencillez, buena actitud, resistencia a la frustración: se palpaba esta realidad, el que fuera de las aulas había otra escuela con conocimientos, habilidades y actitudes.
No había duda de que la posibilidad de aprender y ejecutar lo aprendido, nos acompañaba desde nuestro nacimiento hasta el último suspiro, siempre y cuando estuviésemos sintonizados de manera correcta. ¡Preguntando lo que no sabíamos! ¡Atentos con la vista de águila! Usando la inteligencia para hacer los cálculos necesarios y ¡Actuando! -Hay que pensar y actuar, me decían-.
A cada momento surgía la magna invitación a liberar el potencial, a no ser un vagón de municiones sino un rifle.
-De observar también se aprende- Y se aprendían muchas cosas, no sólo la técnica, sino la confianza en uno mismo, en sus ideas y proyectos, de la misma manera la solidaridad. En el campo, en esta circunstancia en particular todavía se palpaba la ayuda entre compañeros. Una familia que ayudaba y colaboraba, personas externas a la misma que formaban grupo con el paso de los tiempos para que en momentos donde se les requería, hicieran eco las sabias palabras de Juan José Arreola "los amigos son aquella familia que has elegido".
Por lo pronto, esa fue la experiencia de aprender, de trabajar junto a esos grandes hombres, que aunque seres humanos también, con yerros, excesos y pasiones, cuentan con una realidad que nos fortalece, su fruto ya se encuentra en las estructuras que nos recordarán que fueron gente de experiencia, valentía y trabajo.
La experiencia de un buen Mexicano y ciudadano de grandes valores, es parte de éste México lindo, en dónde la escuela en el aula y fuera de ella nos enseña, nos nutre y nos fortaleza para lo que venga. La inteligencia y la sed de aprender nos hace indestructibles. Grandes hombres y mujeres de manos fuertes y de corazón sencillo para enseñar y aprender lo que sea. MLRS. Hermoso su escrito Ingeniero!!!!
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