Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga.
La lectura, como acto relevante de la estructura del pensamiento humano -de quien escribe en primera instancia- siempre nos dará más. En otras ocasiones he escrito desde la mirada de connotados intelectuales que nos expresan que las letras son un llamado a la acción, como Zaid, o que son parte de la transformación del mundo como Sartre, o bien que es hacer la vida un poco más hermosa, como Vargas Llosa, entre una multiplicidad de ideas.
Sea como fuere, el acercamiento a un libro, de entrada impulsará nuestra capacidad de focalizar, poner atención, perdernos en una dimensión distinta a aquella en la que estamos y entrar a un túnel del tiempo, donde al salir ya no será el mismo momento, espacio-temporalidad diferente para el ser humano que de pronto ha viajado a otra época o incluso a otras latitudes del pensamiento.
La lectura por supuesto, también fortalece nuestro lenguaje, la propia estructura de nuestras ideas que nos lleva en un impulso a, cuando hemos comprendido un texto, buscar escribir como para aplicar aquello que está pasando en nuestras mentes: el orden para expresar.
Leer un buen libro, siempre es un reto, y pocas veces puede hacerse de manera trivial, pues estará dándonos conocimiento nuevo. Algunos datos pueden llamar poderosamente nuestra atención, pues puede ser una llamada a aquello que desconocemos, lo cual siempre será excitante ¿A qué se refiere esa idea intrincada o de adjetivos que parecieran opuestos que ha mencionado el autor? ¿Qué es lo inmutable y lo mutable? ¿Es verdad que varias mentes han coincidido a lo largo del tiempo en un idea como que la vida es una puesta en escena y el ser humano un actor en diferentes obras? ¿Es acaso esto una tendencia que se repite en el ser humano y que es digna de estudio por parte de aquellos que se han encargado de creer en que las distintas civilizaciones cuentan con algunos patrones o elementos comunes?
La lectura es pues, aire fresco para la mente, formas de expresión que a veces hacemos coincidir con lo que estamos sintiendo, viviendo. Analogías. Imágenes claras para poder expresarnos con palabras. Nos leemos en las obras como decía José Emilio Pacheco pues al final buscamos entender lo que aquél autor ha compartido. Aunque nuestro tiempo, ya no es el del autor, nos comunicamos a través de ese código, como si fuera el mapa que lleva a múltiples tesoros, que a la vez son el mismo. Diferente presencia, misma esencia.
"La vida es un sueño" de Pedro Calderón de la Barca tendrá un impacto muy distinto, con y sin prólogo, algunas obras son complicadas en su síntesis, a veces es muy necesaria. Encontrar los milagros a través de las letras, no es una labor del todo sencilla, es una iluminación para lo que no siempre estamos preparados. El conocimiento de las relaciones de la obra con otras, del contexto en el que se inscriben, del pensamiento de los autores, parecería sesgar pero al mismo tiempo nos permite reconocer las joyas cuando las ve el ojo novato.
En el camino, el uso de las modernas tecnologías nos permiten transitar de forma práctica, sin perdernos por completo en las diferentes puertas que ofrece el libro-biblioteca, pues cada uno ha sido escrito por algún ser humano que para hacerlo tuvo que cambiar de espacio con mucha continuidad. Consulta hecha en torno a cada elemento que desconocemos, podemos seguir nuestra ruta sin mayores consecuencias, pero nutridos con los enseres necesarios para continuar el viaje.
Es difícil en múltiples ocasiones, cuando de esto se trata, recordar la ruta que se ha seguido en alguna de las salas del pensamiento que hemos visitado cuando se ha entrado por una puerta. Por ejemplo, si para leer al referido Calderón usted entro en el prólogo por una puerta que lo llevaba a Séneca o bien a Epicteto para recordar que desde la antigüedad múltiples pensadores han hablado de la vida como una puesta en escena, no es fácil recordar inmediatamente otros frutos de la investigación como el manual estoico de Epicteto con las cosas que podemos controlar y las que están fuera de nuestro alcance, siendo éste un fruto particular de la lectura.
En el argumento, Segismundo, personaje de la referida obra, es aislado en una torre para evitar lo que se auguró como un destino manifiesto que afectaría al rey de Polonia, éste último le embrutece para hacerlo parecer frente a los demás como alguien sin derecho a la corona. Una idea poderosa, que con el desarrollo de la obra va desdoblando múltiples ideas para hablar de lo que sucede al hombre sin educación, de los frenos a la libertad, el libre albedrío, de política, entre muchas otras cosas.
Definitivamente, uno minutos de lectura, nos darán esa posibilidad de enmarcar nuestra vida, siempre y cuando podamos reflexionar en algún momento ¿Qué nos queda? ¿Cómo nos afecta y anima?
Ser selectos en el enfoque con el que leemos puede llenarnos de alegría, para poder ser principalmente como esos relojes de sol, que solo marcan las horas de luz.