Por: Eduardo Galeano
A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido. En la casa de las palabras había una mesa de los colores. En grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino...
¿Quién fue Helena Villagra?
Helena Villagra fue mucho más que la esposa de Eduardo Galeano. Fue su inspiración, la última de las tres mujeres que penetraron en su intimidad y formaron parte de su vida. Fue su musa y partícipe directa de sus obras
martes, 5 de julio de 2022
La casa de las palabras
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