Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga.
"Mi padre me dio un consejo..."
Así comienza la obra "El Gran Gatsby" de uno de los escritores norteamericanos más reconocidos. Por alguna razón, que seguramente sería interesante averiguar, si bien tenemos tres mil doscientos kilómetros de frontera con los Estados Unidos, el intercambio cultural entre ambas naciones no tiene una incidencia prominente en México. Al menos así lo creo para la mayoría de la población.
Es frecuente el consumo de libros que influyen en lo que la mayor potencia del mundo ejerce como ventajas, como pueden ser la economía, la tecnología, el emprendimiento o la industria pero, aunque cuenta con importantes nombres en materia literaria, no podríamos hablar de un liderazgo notable en ese rubro.
Pues bien, Fitzgerald, una de las connotadas plumas del país vecino, continuaba así el consejo del padre de Gatsby:
"Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien, ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas".
Este consejo inicial de la obra, sin lugar a dudas, augura el estar a punto de deleitarse con una obra que procede de un espíritu profundo, empático, que ha transitado por la vida y que ha logrado algunas importantes reflexiones.
¡Es verdad! Una gran cantidad de los intelectuales mexicanos, cuentan en su haber con el padre o la madre, que fueron importantes funcionarios, o bien, con el abuelo que contaba con una importante biblioteca, o con la familia que procedía de relevantes luchas previas. Si bien no podemos hablar de una realidad determinista, pues podemos encontrar muchas trayectorias forjadas desde el deseo ferviente de cambiar la historia familiar, sí podemos afirmar que en muchos casos el estar frente a una influencia importante, como puede ser la de los seres más allegados, sin lugar a dudas, puede cambiar nuestra historia.
El ejemplo es la primera de las grandes ventajas con las que puede contar el ser humano.
Por ello, resulta crítico el no juzgar tan duramente a los otros o lanzar expresiones desde un lugar de privilegio tales como "si el quisiera, si se lo propusiera". Por supuesto, sin defender el estatismo, ni la flojera, pero siempre será más complicado seguir la leyenda del pez japonés Koi que nada contra la corriente, sube la cascada y al llegar a la puerta del río amarillo se convierte en dragón.
El lenguaje en el Gran Gatsby hace un inteligente análisis de la sociedad y del propio ser humano con frases tales como "Hemos sido muy comunicativos desde nuestra habitual reserva" y gira consejos muy importantes para la vida en sociedad:
"adquirí el hábito de reservarme toda opinión, reservarme opiniones es asunto de infinito alcance".
La parte rebelde de nuestra alma voluntariosa, no puede sino recordar un cartón de Mafalda repondiendo a la pregunta ¿Practicas algún deporte de alto riesgo?, a lo que ella contesta "Sí, a veces doy mi opinión".
Mientras se desarrolla la intrigante historia de un ser conocido por todos, Gatsby, de rimbombante fama por sus fiestas, lujos y aprecio de múltiples personas, siguen fluyendo importantes sentencias en la obra, que te hacen disfrutar, recobrar los tesoros de la memoria y asentir con la cabeza: "experimenté la familiar convicción de que, con el verano la vida empieza de nuevo". Muchas de ellas parecen invitaciones a vivir la vida de una forma plena "tenía mucho que leer y mucha salud que arrancarle al aire fresco" o bien:
"convertirme en el más limitado de los especialistas, el hombre completo".
De pronto, se activa y se supera la prueba de todos los grandes literatos, esos que te hacen ir al Internet en la búsqueda de nuevos conocimientos, menciona a personajes como Midas, Morgan y Mecenas. Pero la alusión no queda en encontrar a los personajes del mundo clásico, sino en relacionarlos con fundadores de la economía norteamericana, como lo podría ser el banquero J.P. Morgan.
La imaginación juega un papel fundamental en esta obra, los adjetivos son exquisitos, probablemente tenemos una experiencia similar a la de la poesía cuando leemos fragmentos como el siguiente:
"La suya pertenecía a aquella clase de voces cuyo tono es seguido atentamente por el oído, como si cada palabra fuera una composición musical que jamás se volviera a interpretar".
¿Estamos ante la presencia de una armonioso sonido y un fraseo donde la improvisación hace que la obra escuchada no pueda volver a ser ejecutada? El Gran Gatsby contiene una serie de referencias a la música a lo largo de sus páginas. Encontraremos frases tales como "Un famoso tenor cantó en italiano, un notable contralto interpretó una pieza de jazz".
Las fiestas ofrecidas por Gatsby, nos recuerdan inmediatamente a las que ofreciera el alemán Goethe, solo que traídas a un tiempo más moderno.
De la misma manera, continúa el desdoblamiento del ser humano y su forma de sentir, con expresiones tales como "En continua y decepcionada espera, o en un ligero y nervioso temor del mismo instante", "Me dirigía a la mesa de cóctel, único lugar en el jardín donde un hombre solo podía entretenerse sin tener el aspecto de estar abandonado sin saber qué hacer", "¿Quién los ha traído? A mí me han traído... a muchos los traen".
Pero no todo son reflexiones flemáticas de la vida, los chispazos del humor anglosajón se dejan ver con sarcasmos como el siguiente:
Te voy a contar un secreto de familia ¿Quieres enterarte del asunto de la nariz del mayordomo? -Sí; precisamente a eso he venido esta noche.
Las formas poéticas siguen iluminando la obra, son deleitables expresiones como "Los últimos rayos del sol se posaron por un momento, con romántico afecto, sobre su encendido rostro", se vuelve al estado de enamoramiento cuando nuestra mente viaja con expresiones como "he mirado afuera durante un minuto, y me parece que por allí todo es muy romántico".
El ingenio aparece también de forma constante y el uso de adjetivos dan material para la inteligencia tanto en la crítica: "Algo le impulsaba a roer el borde de sus rancias ideas, como si su robusto egoísmo físico no fuera ya capaz de saciar su dogmático corazón" o "Su arrogante posición era que un domingo por la tarde yo no podía tener nada mejor que hacer". Como en afortunadas y amables expresiones, que nos hacen abrir el corazón:
"Era el mismo señor Gatsby que había salido a investigar cuál era la porción de nuestro firmamento local que le correspondía".
"Acudían a las fiestas con una sencillez de corazón que era su propio billete de entrada".
"firmado Jay Gatsby, con majestuosa letra"
Desde aquí palpamos, el poder de la letra en nuestro autor, que lo mismo derrumba fortalezas por lo poroso de sus cimientos, que levanta con excelsitud castillos de cristal compuestos por el apacible viento estival.
En esta obra del todo recomendable, el personaje principal hace una aparición extraordinaria: "Me dijo que acababa de comprar un hidroavión y que pensaba probarlo la mañana siguiente. -Soy Gatsby- exclamó de repente". No se niega entonces que mucho de lo que se nos ha dicho que es la forma de vida americana está completamente permeado en múltiples frases del libro. La opulencia, el consumismo y el capitalismo crean una deslumbrante idea de la existencia.
Pero si bien la riqueza material es una temática constante, son los tesoros a manera de valores humanos en el personaje los que ganan nuestra confianza en el mismo, se definen así:
"Era una de esas raras sonrisas, con una calidad de eterna confianza, de esas que en toda la vida no se encuentran más que cuatro o cinco veces".
¿De dónde proceden esas sonrisas? ¿Son aprendidas o germinan desde el fondo de una personalidad que se ha forjado a lo largo de los años? ¿Es una decisión de libertad expresada en el rostro? Nos preguntamos. Como fuere, es una grata invitación para ir en búsqueda de un mundo más armónico.
Los dejo con una frase que seguramente motivará un suspiro aliviado, que nos da una importante lección y de la que por supuesto, hay que tomar nota. Con la misma, cierro el presente escrito prometiendo continuar con una segunda parte:
"(Gatsby) Comprendía a uno hasta el límite en que uno deseaba ser comprendido, creía en uno como uno quisiera creer en sí mismo, y aseguraba que se llevaba la mejor impresión que uno pudiera producir".
FUENTE: Fitzgerald, Frances Scott . (1982). Gran colección de la literatura universal. Literatura norteamericcana II.. México: Gallimard/Promexa.
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