sábado, 30 de abril de 2022

La verdadera búsqueda es reconocer el error

Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga
 
Varios de los intelectuales mexicanos se ha visto fuertemente atraídos por la cultura oriental.

A manera de mofa, alguna vez José Vasconcelos fue caricaturizado como un Buda. Quizá se lo ganó a pulso, al ser este personaje una de las 4 efigies colocadas en las esquinas del edificio principal de la Secretaría de Educación, las otras fueron las de Quetzalcóatl, de las Casas y Platón.

En un libro que me pareció particularmente interesante, encontré las enseñanzas de Buda en tres idiomas, español, inglés y japonés. Esto me anunció de entrada, el que estaba frente a una de las religiones más grandes del mundo. Si bien mi acercamiento no es como el de aquél creyente que en su cultura lleva la fe por este importante personaje, sí es de ciudadano del mundo, de elemento activo de una humanidad donde todo elemnento cultural es compartido.

Lo que encontré me pareció fascinante, comenzando por saber que una noche mientras dormía la reina Maya soñó que un elefante blanco entraba en su viente por el flanco derecho, quedando embarazada. Estas alusiones místicas, no dejan de impresionarme, el espíritu santo en María para los católicos, las plumas con las que queda preñada la Coatlicue en la cultura prehispánica.

Pues bien, volviendo a la reina Maya, en el décimo mes lunar, se dice de forma completamente poética que:
 
"cuando el sol de primavera iluminaba todo a la vista, y las flores de los árboles de asoka perfumaban el ambiente, la futura madre alargó su mano derecha para tocar una rama y en ese momento dió a luz".


El nuevo padre, el Rey Suddhodana, decidió nombrar al niño Siddharta, que significaba "el cumplimiento de todos los deseos". Un ermitaño que meditaba llamado Asita, sintió una energía emergiendo del castillo y fue hacia él. Viendo al príncipe adelantó:

"Si el niño permanece en el castillo hasta su edad madura, llegará a ser un gran rey que dominará los cuatro mares, y si entra en la vida religiosa, será Buda que salvará al mundo".

Los católicos no podemos sino recordar en estos momentos, primero a los reyes magos de oriente y después a Simeón en la visita al templo, aunque las premoniciones de éste último fueran más amargas en su intervención para con la virgen María "y a ti una espada te atravesará el corazón".

Tras su crecimiento y primeros años de vida, el príncipe poco a poco se volvió reflexivo, en alguna ocasión expresó:

"¡Pobres! Las criaturas vivas se comen unas a otras"
Diciendo lo anterior se sentaba bajo un árbol a meditar, costumbre que seguiría en él hasta los momentos más importantes de su vida. Se dice que como la herida hecha en un tierno árbol, que crece día a día, el príncipe, aunque era feliz, naufragaba cada vez más en las profundidades del pensamiento ¿Cuánta razón tiene Freud en que aquellos hechos de la niñez marcan aquello en lo que se convertirá el adulto?

Los procesos de reflexión en el ser humano son fundamentales, esa interiorización que sirve para conocernos, para encontrarnos y para saber a dónde nos dirigimos.

"Vivir es estar en búsqueda de algo"
Aforismo con el que estarían de acuerdo todas las grandes mentes y personalidades idealistas. Sin embargo, debe ajustarse bien la brújula porque hay quienes buscan algo erróneo, mientras que otros, lo verdadero. Se puede ir en una dirección, pero equivocar el rumbo. Hay quienes buscando un sueño, cuando la noche es oscura, se han perdido o incluive regresado sobre sus pasos. Son el valor, la inteligencia y la pasión por aquello que se busca, indicadores fundamentales para lograrlo. Pero nada mejorará si no encontramos lo que debemos ajustar, es decir:
"La verdadera búsqueda es reconocer el error"
Así cuando Siddartha cumple 29 años y tiene su primer hijo Rahula, toma la firme decisión de entrar en la vida religiosa. En su búsqueda de respuestas enfrentó también algunas tentaciones como la ocasión en el que un demonio le tentó a volver al palacio "Espera una mejor ocasión, en ese momento este mundo será tuyo" le dijo. A lo que en una primera respuesta de desprendimiento le respondió con asertividad: "Demonio, aléjate de mí, nada de lo que existe en este mundo me interesa".

Buscó en la pobreza su camino, hasta niveles sumamente notables de carestía de todo, pero tras 6 años dejó esta práctica. Una ocasión se bañó en el río Neranjara para limpiar el cuerpo y aceptó una taza de leche de una mujer llama Sujata, así recobró las fuerzas.

Para entonces, todo eso tiempo 5 religiosos le habían acompañado en su búsqueda, al presenciar este nueva postura de Siddharta, pensaron que había sido vencido, lo abandonaron y se fueron a sus tierras.

Así el príncipe quedó solo en el lugar. Se sentó bajo un árbol y en silencio entró en su última meditación aun con riesgo de perder la vida.

"Que se seque la sangre, que se pudra la carne y se rompan los huesos, porque hasta encontrar el camino de la iluminación no me levantaré de este lugar".

Para propios y extraños ésta es seguramente una de las frases más portentosas de Siddharta.

Pero habría más, cuando Buda se encontraba a punto de alcanzar la iluminación, una entidad llamada Mara, líder de los demonios, intentó evitarlo con toda clase de tentaciones, la última el reclamar para él el trono de la iluminación, a lo que múltiples demonios apoyaron diciendo que ellos eran los testigos de tal propiedad ¿Quién hablará por ti? Le preguntaron buscando distraerle de su meditación, a lo que Siddharta respondió "Llamo a la tierra por testigo", tocando en ese momento con su mano derecha el piso.

(Continuará)
 
 
FUENTE:
 
Bukkio Dendo Kyokai. (1989). La enseñanza de Buda. Minato-ku, Tokyo, Japan: Fundación para la promoción del budismo.

 

SE RECOMIENDA VER:

https://www.youtube.com/watch?v=n8gnsyP15Ys

 

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