Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga.
Plutarco fue un historiador griego que creyó que los eventos de un periodo son marcados por el carácter de los singulares personajes que lo dirigen. Quienes conocen del tema llaman a esto personalismo histórico. Hoy en día las visiones son más integradoras aunque quizá menos románticas, pero no solo ahora, ya en su momento Tucídides, otro historiador griego, confiaba en el objetivismo histórico, donde los acontecimientos son resultantes de múltiples factores siempre modificables y en evolución.
Leyó la vida de los grandes y en ocasiones, encontró paralelismos ¿Quién no se ha dedicado a la interesante labor de encontrar consistencia entre aquellos personajes a los que vale la pena analizar? A veces el memorama o el rompecabezas no se termina por falta de información solamente pero es venturoso cuando hacemos el hallazgo de aquel dato luminoso que nos sorprende.
Verdaderamente los grandes seres humanos cuentan con paralelismos y en una paradoja también con grandes diferencias que son las que los caracterizaron en el momento de la vida donde pudieron ser parte de la existencia. Lejos del idealismo con el que podemos tratar a los inmortales, la magnanimidad del Maestro Ortega y Gasset nos recuerda que las múltiples decisiones de una persona responden "al ser y sus circunstancias".
Mayor conocimiento y cultura da la posibilidad de exploración, comparación y cotejo. Es riquísimo el ejercicio del descubrimiento de eso que nos pertenece, que está dormido esperando nuestra acuciosidad.
Plutarco se apasionó por lo que llamamos Historia y Filosofía, fue polígrafo al escribir de diversos temas así como compilador. Su vida transcurre en los siglos I y II, del 45 o 50 al 105-125 d.C. La vida pública fue lo suyo, ocupando importantes cargos, entre ellos, el de Procurador de Grecia, ya bajo el gobierno romano.
Fue su pensamiento filosófico, ecléctico. Ese al que es difícil encontrarle coherencias pero que se vuelve sumamente interesante por la cantidad de elementos que lo componen.
Hombre entre dos mundos: el ilustre pasado de Grecia, donde tuvo su cuna y la vida en el imperio romano. Frecuentemente sus parangones tendrán que ver con esta ambivalencia.
Plutarco se basó en la ética, en el sentido más puro del vocablo: el carácter.
Quizá ahí esté su mayor enseñanza. La historia y la retórica se confunden en él mientras que con su ejemplo, forma.
En su obra "vidas paralelas", Pericles es comparado con Fabio Máximo, el primero, al frente del partido popular consigue quitar al consejo de la aristocracia, de la misma manera, con sus ideas, consigue el periodo de mayor auge constructivo de Atenas, para ello contó con Fidias, como arquitecto y urbanizador. Fabio Máximo, por su parte, es el parsimonioso a la vez que prudente general de los ejércitos romanos contra Anibal, por cierto, otro de los grandes estrategas militares de la historia.
Demóstenes y Cicerón también son comparados en campo de batalla, pero no en el de las armas sino en el del convencimiento mediante las ideas. No se establecen en la obra vencedores, pues sería para Plutarco, citando al poeta Ión "la fuerza del delfín en la tierra".
Hemos escuchado una frase popular que dicta "dime con quién andas y te diré quién eres", en la antigüedad, quizá y solo quizá podrá ser válido decir "dime a quién admiras y te diré cómo buscaste recorrer el camino".
Quizá esto aplicará también para Plutarco, de quien más adelante describiremos otros importantes hechos de su historia, como el que fue el mayor de los sacerdotes del oráculo de Delfos para el dios Apolo, ciudad donde por cierto moriría, probablemente buscando cumplir el principal de los aforismos encontrados en el frontispicio: "noscete ipsum", "conócete a ti mismo".
FUENTE:
Ruiz, Joaquín del Moral. (1971). Grandes genios de la literatura universal. Tomo 48. Vidas paralelas. Plutarco.. Londres, 49. Madrid-28.: S.A. de Promoción y Ediciones. Club Internacional del Libro.
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