miércoles, 15 de diciembre de 2021

Se tiene derecho a dudar del deber, pero nunca a olvidarlo

 

Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga

“El amor es la causa de que las estrellas continuaran en el cielo y los hombres caminaran por la tierra”

Leí a Paulo Coelho, fue una experiencia breve pero alentadora. Reflexiones profundas, en proporciones adecuadas para tardes definidas. La escritura de Coelho es una pedagogía al mismo tiempo, con pausas, reflexiones y continuidad parsimoniosa del camino.

Letras llenas de valores, sentimientos diáfanos e inteligencia sencilla pero elegante, provoca suspiros evocando esperanza:

También las almas –como los ríos y las plantas- necesitaban un tipo diferente de lluvia: esperanza, fe, razón de vivir. De lo contrario, cuando lo anterior muere, es posible decir:

“En este cuerpo hubo un hombre”.

Sus letras son un impulso siempre vivo al ser humano y su comunión con la naturaleza, por analogía con lo más pequeño nos hace partícipes de la grandeza, de un milagro, de podríamos decir, el gran todo de la existencia:

“El querite, como las otras plantas, como los cuervos, tenían el coraje de hacer lo que otros ríos, pájaros y flores juzgaban imposible”.

“Basta con tener coraje”.

Libertad, frescura, río caudaloso y aire diáfano donde todos los sueños libertarios caben, posibilidad para almas revestidas del encanto de la vida. No escapa a las contundentes críticas en labios de sus personajes:

“La mujer dividía a los seres humanos en dos grupos: los que se alegraban y los que se quejaban de lo que hacían”.

Pero en el mismo texto, encontramos no solo la flamante utopía, la exigencia y el carácter sino también una comprensión que construye, levanta y soporta. Humaniza:

“Todo hombre tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando; lo único que no puede hacer es olvidarla”.

El libro de la quinta montaña contiene elementos magnéticos para todos aquellos que han dedicado su corazón a la educación, pues los personajes fundamentales son la palabra, el abecedario y el libro. Con prosa amena nos recuerda que 

“De todas las armas de construcción/destrucción la más relevante/terrible es la palabra”.

Así se recuerda el momento histórico de “biblos”, antigua ciudad fenicia, habitada en el 5000 A. de C. palabra de la que por cierto procede “biblón” que significa “libro”. En medio de la aventurada dictada por la imaginación del autor se testifica el hecho de que el alfabeto latino, derivado del alfabeto griego, es ampliamente el más usado en todo el mundo. Recodando que los griegos agregaron a la iniciativa fenicia las vocales. De ahí provienen nuestras letras latinas, viajaron por mar en aquél mundo conocido.

La lectura nos regala un momento sublime cuando nos hace imaginar una palabra que unió las consonantes fenicias y las vocales griegas en una tabla de arcilla, imagine usted escrita la palabra AMOR.

La obra es también un conjunto de reflexiones y consejos de esos que se degustan por largo rato para la aplicación en la vida, entre otros recupero los siguientes:

“El gobernador se decidió por otra estrategia: no hacer nada”.

“Disfruta de cada momento para que después no te arrepientas ni sientas que perdiste tu juventud. Cada edad tiene sus propias inquietudes…”

“Toda sabiduría es ofuscada por el brillo de la vanidad…”

“Todas las batallas nos sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos…”

“-Tengo miedo- Esto prueba que te gusta vivir.”

Cíclicamente, la renovación se nos ofrece, y  nos recuerda que la vida no es revolución sino evolución, Coelho llega a la misma conclusión en su libro, ofreciendo desde lo más profundo de su experiencia y a través de su otro yo, los personajes de su obra, la siguiente joya:

“Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan”.

Así todo gran ser humano debe llegar a la encrucijada de la vida donde debe reconocer que en el inicio, en muchas ocasiones se actúa por inercia, cultural o de algún tipo, pero en cierto instante se rompe ese ciclo para dar paso a las conclusiones personales, al carácter que será destino, a aquellas reflexiones que marcarán nuestra senda, justo en ese momento viviremos entre el presente que es presencia y ese futuro que se escapa entre las manos como humo a cada instante.

Al final recordaremos:

¿Qué es lo pasajero? Lo inevitable. ¿Qué es lo duradero? Las lecciones de lo inevitable.

Pongámonos en la mejor disposición de aprendices.

 

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