Por: José de Jesús Marmolejo Zúñiga
Los depositarios de la herencia de Platón “el primer polemista del mundo” y Virgilio “el guía” debemos tener conciencia de nuestra vocación; la flama que protege la civilización se anuncia por sí sola, se disfruta en los sentidos como música que envuelve; sin embargo, es la pasión y la disciplina por la conciencia de las cosas la amalgama acrisolada que permite transitar de la Antigüedad a la fugacidad del presente.
Desde los muros aún vibrantes de San Ildefonso, Antonio Caso explica que la Filosofía no es “magia blanca ni negra”. En esta primera inteligencia −docente del nivel Medio Superior por cierto−, se observa no solo la búsqueda del hombre, sino y ante todo, la de una verdad que lo trasciende a través de la educación; la misma que sigue siendo una constante, de todos los días, no por nada se entroniza la frase “La verdad os hará libres”, de San Juan, en muchos de los ideales universitarios alrededor del orbe.
Juan Hernández Luna, en el prólogo de las Polémicas del referido Maestro Caso, nos expone el siguiente fragmento fundamental en el leitmotiv del encuentro académico con la Filosofía: “No hay verdad −escribió el Maestro Caso− que se pueda imponer por la fuerza; porque la fuerza no convence jamás, sino que atemoriza o subyuga. La verdad se demuestra, no se impone… El dogmatismo en el pensamiento es el fanatismo en el sentimiento y la tiranía en la acción… Las verdades racionales, que forman la esencia de la razón, son impersonales. Ante ellas ha de humillarse toda contingencia humana, demasiado humana, toda religión histórica”.
No muy lejos, en los anales encontramos un sincretismo con esta idea en el episodio que encabeza el Rector de la Universidad de Salamanca en España en 1936, Miguel de Unamuno, en el umbral de la guerra civil española; su ciudad empieza a resentir los efectos de un golpe de Estado, comienzan con ella las primeras vejaciones, trabajos forzados, desapariciones y “paseos”. Unamuno estuvo de acuerdo en el espíritu de sublevación inicial pero la aprehensión y fusilamiento de contemporáneos catedráticos le hizo conocer el encono de los hombres partícipes de dicho movimiento.
Para la apertura del curso universitario de aquel año, se dio paso a una celebración solemne, académica, donde el Rector estuvo presente, acompañado sin embargo por personajes impulsores de la guerra, la muerte y la violencia. Unamuno comentó: “Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer es convencer, y hay que convencer sobre todo. Pero no puede convencer el odio que no deja lugar a la compasión, ese odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva (mas no de Inquisición)…”
Al incomodar con sus palabras, fue tajantemente interrumpido por un militar de nombre Millán-Astray, quien con su único brazo, golpeó la mesa y vociferó: ¡Mueran los intelectuales! ¡Viva la muerte! Seguido de porras y apoyo de quienes a éste seguían.
El Rector Miguel de Unamuno, sereno, dijo: “Acabo de oír el grito de ¡viva la muerte! Esto suena lo mismo que ¡muera la vida! […] El general Millán Astray es un inválido de guerra. No es preciso decirlo en un tono más bajo. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no se tocan ni nos sirven de norma. Por desgracia hoy tenemos demasiados inválidos en España y pronto habrá más si Dios no nos ayuda. Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología a las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes se sentirá aliviado al ver cómo aumentan los mutilados a su alrededor […]
“Este es el templo del intelecto. Vosotros estáis profanando su recinto sagrado. Diga lo que diga el proverbio, yo siempre he sido profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho”.
Tras lo anterior, el Rector tuvo que abandonar el recinto abucheado por la masa beligerante. Posteriormente, Unamuno fue retirado del cargo por el franquismo.
Gloriosos episodios que hacen concordar a dos prohombres, uno de la península de donde proviene parte de nuestro germen y otro nativo del “cuerno de la abundancia”; la importancia de la búsqueda de la verdad, la libertad y la paz conjugada en las mentes académicas, debe significar en nuestros días atemperamiento de pasiones, búsqueda de razón y escapatoria de dogmas.
Referencias
Núñez Florencio, Rafael (2014). «Encontronazo en Salamanca: “Venceréis pero no convenceréis”». La Aventura de la Historia, no. 184: 35-39. ISSN 1579-427X.
Antonio Caso. (1971). Obras Completas I. Polémicas. México D.F.: UNAM.
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